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Amenaza tormenta, las aguas se mueven desde el interior, sacan a flote antiguos desechos olvidados en el vientre arenoso de los tiempos en calma. El cielo blanquecino, plomizo, cargado de lluvia, truenos y relámpagos vigila el cambio de color en la superficie líquida y azulona con trazos de verde. Son tiempos de cambio. En nuestro interior pasa igual, amenaza tormenta cuando empieza la revoltura. Déjala estar, sumérgete en las olas, en la espuma, deja que la lluvia te bañe, extráñate con el ruido del trueno, empápate con la luz del relámpago, renace en el origen de las aguas.

Muchos de nosotros seguro que ya hemos hecho la clásica lista de buenos propósitos para el nuevo año, metas, objetivos personales, y si como dice el refrán, año nuevo, vida nueva, vamos a aplicarnos en perder esos kilitos de más, hacer ejercicio físico, dedicar más tiempo a la gente que quieres, tomarte la vida con humor, dejar de fumar, aprender nuevas habilidades o idiomas, quererte y apreciarte más, pasar más tiempo en la naturaleza, encontrar un amor, sacar adelante un proyecto, ganar más dinero, controlar el estrés, pero por encima de todos los buenos propósitos que podamos imaginar está el

Viajar es una brutalidad. Te obliga a confiar en extraños y a perder de vista todo ese confort familiar de la casa y los amigos. Estás constantemente fuera de balance. Nada es tuyo excepto lo esencial: aire, descanso, sueños, el mar, el cielo –todas esas cosas que tienden hacia lo eterno, o lo que imaginamos como tal-. Cesare Pavese Imagen vía www.adore-theworld.tumblr.com